IN THE MIDDLE OF THE NOTHING

CAPÍTULO 2: EL PROBLEMA ERES TÚ

- ¿Te encuentras bien?

Las pulsaciones de mi corazón, poco a poco, vuelven a su ritmo habitual. Mi respiración, del mismo modo, se sosiega ante el simple hecho de un agarre protector, tranquilizador a pesar de venir de un completo desconocido. Parpadeo repetidas veces, tratando de aclarar mis propias ideas después de haber perdido el control sobre mí misma de manera tan vergonzosa. Me siento como una cría que se hubiese extraviado entre los espantosos pasillos de un inmenso centro comercial. Trago pesado, un impulso con el que trato de espantar los últimos resquicios de nerviosismo, asintiendo a la vez.

- Tan solo un tanto..., perdida. - respondo al muchacho tras tomarme unos segundos, notando yo misma la dilación de mis palabras. Estudio sus rasgos de refilón, apartando la mirada cada poco, dirigiéndola alternativamente de un lugar del pasillo a otro; todavía se sucede el pelotón de estudiantes alterados. - Soy nueva, es mi primer día... - explico, sin demasiado entusiasmo. Sé que este hecho, al igual del que han transcurrido ya varios meses desde el comienzo del curso, me califica ya de entrada como un nuevo "bicho raro". Mi indumentaria descuidada de hoy supongo que no sirve para tratar de contrarrestar esta primera impresión.

Sin embargo, a pesar de la mueca de desagrado ante mis palabras, a pesar de mi estado cabizbajo, de mis titubeos y vacilación, cuando vuelvo nuevamente la mirada hacia el chico, este me dedica una cálida sonrisa. Sus rasgos, me doy cuenta ahora, son atractivos para cualquiera con dos ojos de frente, destilan una cordialidad que parece ser innata en él, por cada gesto o palabra que escapa de su boca.

- Ah, ya veo, así que eres tú. - Frunzo el ceño, mirándole con una clara expresión interrogante que debe de resultarle graciosa, puesto que una ligera risa escapa de sus labios. Por algún motivo, es de lo más agradable. - La directora me puso al corriente de que iba a llegar una alumna matriculada a mediados de trimestre, lo cual es extraño, no se suelen admitir matrículas a estas alturas del curso... Pero supongo que estamos ante un caso especial. - Acentúa la sonrisa, pero mis comisuras no llegan siquiera a elevarse. No obstante, no parece molestarle ni sentirse ofendido por ello. Acto seguido, con lo que parece ser una mirada de disculpa, añade. - Perdona, no me he presentado todavía. Me llamo Nathaniel, Nathaniel McMann, y soy el delegado responsable.

"Bueno, parece que he tenido suerte." Le dedico entonces una escueta sonrisa, a modo de saludo y tratando de corresponder, con poca desenvoltura, a su presentación. Le tiendo la mano, sintiéndome luego completamente estúpida.

- Lyssandra Morrison. - contesto, estrechando su diestra unos escasos segundos. "Y así es, señoras y señores, como se comporta una gilipollas."

Una chispa de diversión parece relucir en sus ojos dorados. Su sonrisa se tuerce ligeramente, como tratando de ocultar una nueva y feble risa. El tacto de su mano, cálido, parece lanzar una leve corriente eléctrica que hormiguea en las yemas de mis dedos.

- Encantado, Lyssandra. Ven, pondremos en orden el papeleo.

*****

La agilidad con la que trabaja Nathaniel, sin duda, es digna de admiración; es de esperar que, teniendo en cuenta su competencia, le hayan dado el cargo como delegado. No pude evitar cavilar en ello mientras poníamos en orden la matrícula, lo cual, gracias a él, no nos ocupó más de unos minutos, tras lo cual, debido a mi plena desorientación en este lugar, se ofreció a acompañarme hasta mi primera aula. Le agradecí el gesto, a pesar de que no tendría por qué molestarse. Ahora que estamos frente a las taquillas, próximos a la clase, me doy cuenta de que el rubio parece un chico un tanto testarudo cuando a caballerosidad se refiere.

- No era necesario. - farfullo, colocando mi chaqueta y el resto de mis pertenencias dentro de la taquilla que se me ha asignado. Su sonrisa es realmente contagiosa, sin duda, tanto, que me encuentro a mí misma devolviéndosela, aunque sea de un modo más leve y comedido.

- Vamos, no es nada, además mi clase está justo en frente. - indica, con un suave gesto de cabeza. Hace una pequeña muestra de desagrado. - Es una lástima que no te hayan asignado el mismo grupo. De todos modos, estoy seguro de que es cuestión de tiempo que conozcas gente.

"Yo no estaría tan segura..." Me inquieto. - Nunca he estado en un instituto. Desde niña, me han dado clases profesores particulares, en..., casa. - confieso. Supongo que la palabra "casa" es la que más se acerca. Suelto un suspiro. Va a resultarme extraño este cambio de dinámica, sin duda, y mi cabeza todavía no está completamente despejada como para dar lo mejor de sí. Como muestra de ello, mi vista vuelve a perderse en el pasillo, taciturna. Es entonces cuando reparo en otra cabellera rubia, larga, ondulada, y unos ojos verdes que me sondean de manera afilada. Quizá se trate de un error, puede que me esté haciendo una idea equivocada. Pero toda duda queda despejada en mi mente cuando esa chica emprende el camino hacia mi dirección.

Esas pupilas todavía me evalúan cuando ya está a unos escasos pasos. Tras ellas, otras dos pares, dos nuevas alumnas que muestran la misma mirada que la primera, la acompañan. "¿Pero qué cojones les pasa?"

- Nathaniel - habla la rubia, cuyos ojos, en una milésima de segundo, dejan de reflejar puro desprecio para parecer un cordero degollado. -, ¿quién es tu nueva amiguita?

- Ámber – El rubio se dirige a ella con una mirada de soslayo, parece que su presencia no le haya sorprendido, ni tampoco si tono repipi y excesivamente infantil -, ella es Lyssandra, es nueva y la estaba orientando un poco. Lyssandra, ella es mi hermana pequeña, Ámber.

Trato de sonreír, de transmitir cierta amabilidad, obviando sus gestos desdeñosos y altanería. Sin embargo, esa mirada continúa ahí, inmutable, una vez se vuelve una vez más hacia mí. Si pudiera atravesarme con la misma, lo haría, claro que sí, y mi aturdimiento solo es comparable con mi creciente desasosiego.

Porque esa mirada verdosa refleja un mensaje claro que mi mente trasmite a todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo: amenaza.




*Título del capítulo dedicado a la canción de Problems, de The Sex Pistols.*

1 comentarios:

Muchacha, ¿Cómo me haces los capis tan cortos? D: me dejas a mediaaas!!!!
quiero seguir leyendooo!!! T/////////T

About this blog

Páginas amigas

Archivo del blog

Seguidores

Con la tecnología de Blogger.